Un escalofriante collage de figuras humanas con televisores retro, de pie como zombis, que retratan la censura, la desinformación y el seguimiento ciego de las masas. Imagen de MDABDULMALEKMOLLA. La sociedad de-transfigurada.
Figuras humanas con televisores retro... Imagen: MDABDULMALEKMOLLA.

La sociedad de-transfigurada. Reflexión sobre la pérdida de pluralidad del mundo

En el contexto contemporáneo, los avances tecnológicos y las dinámicas geopolíticas han desencadenado una serie de transformaciones que han impactado profundamente en la cohesión de las comunidades. En el corazón de estas evoluciones, se encuentra un tiempo volátil y discontinuo, capaz de fomentar tanto un consumo voraz y la sobrevaloración de estímulos externos, como la propagación de discursos antagónicos. Michel de Certeau advertía sobre el control de las masas por intereses económicos y políticos, una realidad que hoy se manifiesta en la constreñida temporalidad que afecta nuestro juicio y emociones. Este artículo se adentra en la complejidad de este tiempo intermitente y sus implicaciones en la conformación de identidades individuales y colectivas, así como en la fragmentación de nuestras sociedades. Desde la desigualdad económica hasta la desconexión social, la intermitencia del presente plantea desafíos existenciales y políticos que requieren una profunda reflexión y acción.

Alone, obre de Pawel Kuczynski. La obra describe a caperucita roja completamente sola y rodeada por routers emitiendo señal. Desde la desigualdad económica hasta la desconexión social, la intermitencia del presente plantea desafíos existenciales y políticos que requieren una profunda reflexión y acción.
Alone, obre de Pawel Kuczynski.

Crisis de identidad y fragmentación social en la Era Intermitente

Los espectaculares alcances tecnológicos comprometidos a las aspiraciones económicas y geopolíticas actuales han estimulado en distintos modos ––directos e indirectos–– comunidades fragmentadas. En el núcleo de estas combinaciones, opera un tiempo sumamente huidizo e intermitente, con el cual es posible tanto el consumo ascendente, la hipervaloración de estímulos externos ensanchando fuertes subjetividades, como el hecho de impulsar interminables cadenas de discursos antagónicos. A estas alturas no es una novedad lo que advertía Michel de Certeau que dar cuenta de que los intereses económicos y políticos tienen el control de las masas para enmascarar los intereses particulares como si fueran los de todos y, con ello, que las necesidades políticas de la sociedad se convierten en necesidades y aspiraciones individuales (Perlina, 2006, 19). Lo que sí es una novedad es la temporalidad en la que estos intereses constriñen hoy nuestro juicio y emociones. Lo que resulta problemático de este tiempo es que, en la medida en que la multiplicación de estímulos externos ensancha de forma progresiva los deseos e intereses particulares, la posibilidad de intensificar el juicio valorativo en tanto que el pensamiento y experiencia de lo común (koinón, como dirían los griegos) tiende a contraerse. Precisamente, el juicio remite a cierta capacidad de formar una concepción del bien y de la propia vida y, con ello, la posibilidad de distinguir entre lo importante o lo que tiene valor por sí mismo, y lo meramente útil e instrumental, y también entre los deseos altamente particulares y aquellos deseables por cualquiera. Esto implica comprender que ‘soy porque somos’, como reza el potente y suave lema de la filosofía Ubuntu. El poder intensivo del juicio –– pensamiento valorativo–– también implica la posibilidad latente de revelar <<quién soy, quién eres, quiénes somos>>.

White Anxiety, obra de David Plunkert. sobre la La sociedad de-transfigurada.
Una reflexión sobre la pérdida de pluralidad del mundo en Cultugrafía, difusión y crítica cultural
White Anxiety, obra de David Plunkert.

En otras palabras, el juicio no es ni una mera fantasía o arbitrariedad de la subjetividad, ni una antípoda del sentido común utilizado únicamente para cumplir objetos de nuestros deseos. Pero ¿en qué medida el tiempo confeccionado para la preponderancia de los estímulos externos restringe en última instancia aquel pensamiento valorativo?

Desafíos de la integración social y cultural en la era de la información

Al margen de las bondades de los progresos técnico-científicos en general y de la digitalización en particular, una problemática derivada del tiempo de la intermitencia es el facsímil de una experiencia <<des-integradora>> en distintos grados y en una variedad de temas. En este sentido, las crisis derivadas de esta experiencia pueden manifestarse a grandes y pequeñas escalas. Desde la incapacidad política para resolver problemas como la desigualdad social y económica tan pronunciada en América Latina1, la evasión de responsabilidades compartidas entre naciones a la luz, por ejemplo, de los problemas migratorios, las amenazas catastróficas implicadas en la geopolítica de las armas nucleares, el aumento dramático a nivel mundial de las cifras de suicidios y depresión en jóvenes, hasta en la incapacidad de integrar ideas, perspectivas, sentidos y valores en un nivel local o personal. La continuidad de la experiencia desintegradora (desinformación, desconcentración, desvalorización, etcétera) equivale a una reducción de intercambios y contrastes entre la pluralidad humana; más aún, esta tiende a pulverizarse. Lo que pone en riesgo las comunidades fragmentadas es la posibilidad de revelar un pensamiento latente de <<quiénes somos>> y <<quiénes deseamos ser en un futuro>>.

Globalization (2017). Obra de Daniel Garcia. Cultugrafía, difusión y crítica cultural. Pensamiento crítico.
Globalization (2017). Obra de Daniel García.

El poder transfigurar

Es sabido que para Sócrates la pluralidad humana se manifiesta desde el diálogo con uno mismo, dado que en ese momento a solas somos dos en uno. Es lo que Hannah Arendt refiere como solitud (solitude) al sostener que el pensamiento no requiere de la soledad (loneliness); por lo que la actividad del pensamiento es en sí misma dialógica, esto supone la compañía de uno consigo mismo. Puesto que somos seres espirituales2 y no máquinas biológicas ––por utilizar una metáfora de Markus Gabriel––, en el diálogo con uno mismo el ser humano es capaz de confrontar su propio horizonte de experiencia ––ideas, sentimientos, emociones, recuerdos, creencias, saberes, conocimientos, etcétera.––, y crear imágenes de sí mismo. Por decirlo así, en el pensamiento dialógico es posible crear y recrear la propia identidad. Precisamente, el poder intensivo de este tiempo reside en la capacidad de rasgar o estirar cualitativamente el horizonte de experiencia. La intensidad de este poder requiere de contrastes, es decir, de cierta experiencia de conmoción de aquello distinto o diferente a ‘sí mismo’. De modo que la experiencia contrastiva es una forma de poder que transfigurar la propia perspectiva: estirarla, confrontarla, ensancharla, integrarla, etcétera.

Jaune Rouge Bleu,  (1925), de Kandinsky. Cultugrafía, difusión y crítica cultural. La sociedad de-transfigurada.
Una reflexión sobre la pérdida de pluralidad del mundo. El poder transfigurar.
Jaune Rouge Bleu, (1925), de Kandinsky. (Fuente).

El poder intensivo del pensamiento y su atemporalidad

Los intereses y deseos meramente individuales ahora tienen otra perspectiva y otro alcance. En esta línea, es esencial recuperar la capacidad representativa de la imaginación y su importancia en la vida pública. Para Hannah Arendt, un poder asombroso de la imaginación reside en la posibilidad de trascender el espacio al imaginarse más allá de la propia perspectiva, es decir, la posibilidad de comprender de manera ampliada al ponerme en el lugar de otro (McCarthy, 2011, 24). La alteración del horizonte de experiencia implica un proceso complejo y hasta misterioso del pensamiento: contrastes, integraciones, entrelazamientos, transacciones, etcétera. El tiempo del poder transfigurar es de carácter intensivo o cualitativo, como el ‘tiempo de duración’ bergsoniana: no cuantitativo, ni mecánico.

Puesto que el poder intensivo no se reduce a una dimensión extensa o física, ni a algún principio de medida, se puede decir que es atemporal. A un sujeto le puede zarandear la mente una idea planteada hace cientos de años; un acontecimiento presente puede agrietar el futuro para ‘continuarse’ y ser motivo de reflexión de otras generaciones. De ahí la falacia de dar por sentado la improductividad de un pensamiento solamente porque se manifestó tiempo atrás. Esta falsa percepción puede intensificarse con el aumento incesante de estímulos externos al valorar apresuradamente de forma acrítica ‘lo nuevo por lo nuevo’. Pero a propósito de lo que se ha mencionado, ¿cuáles son aquellos rasgos de nuestro tiempo que, según decíamos, parecieran desviar, solapar o diluir la potencia del juicio y pensamiento dialógico? Con el fin de ganar comprensión de lo que se ha perdido y de lo que se podría ganar, ahora reflexionemos en torno a una metáfora que hemos llamado ‘espiralismo’ como representación crítica de nuestro tiempo.

El espiralismo y la falacia del otro agente

Hemos dicho que el pensamiento dialógico o contrastivo es condición del ‘poder transfigurador’ de nuestro horizonte de experiencia. Y que este proceso transformativo requiere de un tiempo intensivo o cualitativo particular (de atención, de escucha, de distanciamiento, de asombro, etcétera). No obstante, la digitalización y sus constantes cambios, junto con las aspiraciones económicas vinculadas al consumo creciente, han estandarizado un tiempo que ha facilitado una vía opuesta: la tendencia continua a una experiencia <<des-integradora>> (desinformación, desconcentración, desvalorización, etcétera).

Digital Chance (2016), obra de Daniel Garcia. El espiralismo y la falacia del otro agente. Pensamiento crítico en cultugrafía.
Digital Chance (2016), obra de Daniel García.

La metáfora del ‘espiralismo’ representa la complejidad de un tiempo confeccionado a una cultura consumista y digitalizada. En el núcleo o base de este tiempo –en otro texto lo hemos llamado transitivismo– es posible identificar al menos estas condiciones: híper, incesante, simultáneo e intermitente; todas ellas suelen estar fuertemente interconectadas. La condición ‘híper’ puede manifestarse en una variedad de aspectos: hiperinformación, hiperproducción (material y digital), hiperconectividad, hipervisibilidad, hiperrealidad (Baudrillard), etcétera. Paradójicamente, la multiplicación de ofertas de la época tiende a reducirse a una sola dimensión: a la de los deseos, preferencias e intereses particulares (selección de colores, variedad de productos y experiencias, gratificaciones instantáneas en la web, etcétera). La distinción y la diferencia permanecen únicamente en los asuntos privados del individuo (idion, como dirían los griegos), no en el mundo de lo común. A diferencia de la homogeneización sociocultural que anunciaba Marcuse (1993) en El hombre unidimensional, en el tiempo del espiralismo, es decir, de la superproducción de los estímulos externos, no solo hay nuevas formas de control, también de autocontrol (algunas vinculadas a la vigilancia de la psique). Como los zombies digitales que describe Byung-Chul Han en La sociedad del cansancio (Español latino, 2020). Lo que resulta importante notar es que, las ‘constantes transformaciones’ derivadas de la multiplicación de estímulos, al reducirse al monismo de la dimensión externa o cuantitativa, no implica cualitativamente un cambio o acontecimiento como tal. En términos de Arendt, se refiere a un posible cambio de la psicología de los seres humanos ––patrones de conducta–– y no a un cambio del mundo en que se mueven (Jaume, 2019, 25).

La era de la hiperinformación y la simultaneidad: Reflexiones sobre el tiempo moderno

Social Networks (2014), obra de Daniel García. Un montón de gente sin cara con vidas ficticias que vienen representadas en globos situados encima de ellos. La sociedad de-transfigurada.
Social Networks (2014), obra de Daniel García.

A su vez, la condición ‘híper’ en el tiempo del espiralismo, se despliega en otra característica de simultaneidad, como el famoso multitasking que, en su aspecto más negativo, deriva en concentración fragmentada y en múltiples problemas cognitivos actualmente muy estudiados. Así, por ejemplo, a la hiperinformación se le suma la posibilidad de hacer una variedad de cosas en un mismo tiempo. Ahora bien, tanto lo ‘híper’ como lo simultáneo pueden confundirse o desdoblarse en un tiempo <<incesante>>. Entre otras cosas, esto significa que la condición ‘híper’ materializada, por ejemplo, en cantidades (de productos, de información, de ideologías, de especialidades, de aplicaciones, de innovaciones digitales e inteligencias artificiales, etcétera), irán en aumento de forma irreversible. Finalmente, tanto la condición ‘híper’, como lo simultáneo e incesante se despliegan en un tiempo de <<intermitencia>>, el cual influye en formas de experiencia en modos muy diversos. De un momento a otro, fugazmente, alguien puede cambiar de opinión o de emoción (basta con deslizar múltiples veces el dedo en la pantalla de un smartphone), así como también, de la noche a la mañana, se puede cambiar de partido político, de equipo de fútbol, de lugar de residencia, o de cualquier tipo de creencia. Para bien o para mal, esta situación se ha materializado a la perfección en las pantallas espectacularmente plásticas y flexibles de los smartphones. La sociedad de los estímulos externos es la hipérbole de aquella descrita por Guy Debord, la sociedad de masas que vive del espectáculo o de la representación. En esta línea, Michel de Certeau señala que vivir de la representación es una forma de sentirnos seducidos a identificarnos con héroes publicitarios para compensar lo que nos falta en la vida real (Perlina, 2006, 76). Ciertamente, el precio que pagamos como comunidades fragmentadas es una pasividad pública descomunal.

Desafíos de la era hiperactiva: Movimientos giratorios y deseos fugaces

El entrelazamiento de este tiempo –híper, simultáneo, incesante, intermitente–, por decirlo así, va creando fuerzas centrípetas en las cuales es posible imaginar movimientos giratorios como de una espiral o, mejor dicho, espirales. Aunque en sí mismo el efecto de sus movimientos puede causar gran expectativa y espectacularidad (ej.: de las innovaciones digitales), la base de su consistencia es sumamente efímera y escurridiza: siempre hay una nueva espiral que se superpone a otras incesantemente. La multiplicación de movimientos representa los incesantes estímulos o deseos particulares. Por ejemplo, hoy es posible desear cualquier producto espoleado por la inteligencia algorítmica que apareció de pronto en la pantalla, y simultánea o intermitentemente desear otro de una categoría muy distinta, de manera que el objeto del primer deseo suele permanecer lo que dura un fuego artificial. Asimismo, los movimientos centrípetos de las espirales generan sensaciones de hundimiento, lo cual implica enormes desafíos para aquellos asuntos que requieren continuidad, integración, sostenimiento o al menos cierto grado de permanencia, ¿cómo entonces orientar lo importante o valioso dentro de mares repletos de luces de neón?

Obra de Pawel Kuczynski
Obra de Pawel Kuczynski

Desmitificando la idea del ‘salvador’: Crítica al solucionismo y la inacción pública

Los movimientos ininterrumpidos de las espirales como metáfora de este tiempo, también pueden crear sensaciones de que existen fuerzas exógenas que actúan en ‘mi’ lugar, lo que llamamos la <<falacia del otro agente>>. Es la sensación ––a nivel inconsciente o semiconsciente–– de que, puesto que existe un agente artificioso o externo que actúa y actuará en mi lugar, yo no tengo responsabilidad o agencia alguna como actor de este mundo. Esto implica una pérdida constante de poder intensivo y, con ello, de las actividades relacionadas con un mundo común. Esta falacia se conecta con la ideología que Marina Garcés identifica con el término ‘solucionismo’ y sus nuevas formas de enajenación:

Si no tienes una solución para algo, tampoco tienes un problema, solo aquello para lo que tenemos soluciones es aquello sobre lo que debemos pensar”.

(Arquine, 2017).
Un escalofriante collage de figuras humanas con televisores retro, de pie como zombis, que retratan la censura, la desinformación y el seguimiento ciego de las masas. Imagen de MDABDULMALEKMOLLA. La sociedad de-transfigurada.
Un escalofriante collage de figuras humanas con televisores retro, de pie como zombis, que retratan la censura, la desinformación y el seguimiento ciego de las masas. Imagen de MDABDULMALEKMOLLA.

Por lo tanto, pareciera que solamente los funcionarios, los expertos, entre otros, son los que pueden ‘salvar’ el mundo. Siempre habrá algún geek de Sillicon Valley o algún superhéroe de laboratorio o de la administración pública para salvarnos. El problema de este prejuicio es que al atizar la inacción pública al pretender un mundo ‘aproblemático’, al mismo tiempo diluye nuestra capacidad de juicio sobre los asuntos comunes. En el tiempo de los estímulos externos, pareciera darse por sentado que mientras se invierta el tiempo en satisfacer las propias necesidades o deseos, todo está bien, basta esperar a que alguien más nos salve. Lo que resulta incomprensible es la costumbre de normalizar una espera de nada. Tanto el tiempo de la digitalización como la falacia del otro agente tienden a urdir ––directa o indirectamente–– comunidades fragmentadas: individuos indiferentes de los valores comunes, incapaces de imaginar mundos fuera de su propio ‘yo’. La sociedad detransfigurada es totalitaria en el sentido de que tiende a pulverizar la pluralidad humana y, por tanto, la exclusión de la posibilidad de acción. El tiempo del espiralismo en su forma de gobierno es como el ‘gobierno de nadie’ advertido por Arendt que, no implica necesariamente un no gobierno; en ciertas circunstancias –dice Arendt–, incluso puede resultar una de sus versiones más crueles y tiránicas (Jaume, 2019, 16-17).

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Referencias bibliográficas:

Notas

1 – La fragmentación en una variedad de temas (ej.: económica, política, social) es un fenómeno muy estudiado hoy. Por ejemplo, en temas económicos y sociales, la fragmentación se traduce en enormes desigualdades, en general, de América Latina y de México en particular. De acuerdo con la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), América Latina es el continente más desigual del mundo en cuestiones de: ingreso, riqueza, acceso a la educación, al territorio y uso del espacio, entre otras. Éstas se entrecruzan con la situación de origen (de género, de si la persona es de algún pueblo indígena, etcétera). Lo problemático de esta realidad es que las desigualdades conspiran contra temas como el desarrollo, bienestar, paz, etcétera, y con la ‘ambigüedad’ misma del término ‘público’ y de sus referentes negativos.

2- Según el filósofo alemán, Markus Gabriel “La tradición del pensamiento filosófico al referirse a la compleja vida del espíritu pone en el centro de su reflexión nociones como: pensamiento, existencia, experiencia, conciencia y autoconciencia, imaginación, libertad, etcétera” (Gabriel, 2021).