Retrato de Edgar Allan Poe. Dibujo
Edgar Allan Poe

El día que se comieron a Richard Parker: el relato de Poe que se hizo real

Edgar Allan Poe o las casualidades de la vida

Edgar Allan Poe y sus historias extrañas y macabras me siguen sorprendiendo a pesar de los años transcurridos. Llámese casualidad, si se quiere, que su Richard Parker se convirtiera en un personaje real 46 años después. ¿Es cierto que en aquella época había por ahí mucho Richard Parker? Sí. ¿Entonces es casualidad? Bueno, quién sabe.

Llámese casualidad también, si se quiere, que los dos Richard Parker, el falso y el verdadero, acabaran de la misma forma: primero asesinados y después comidos. Pero oiga, que ya son dos causalidades y eso, casi, casi, se está convirtiendo en un patrón.

Portada del libro Las aventuras de Arthur Gordon Pym de Edgar Allan Poe.
Las aventuras de Arthur Gordon Pyme, de Edgar Allan Poe. Libro en versión ilustrada de la Editoral Alma Clásicos.

En realidad fueron tres casualidades, no dos, porque los dos Richard Parker tenían el oficio de grumete. ¿Pero entonces? Tal vez sería conveniente que cada cual utilizara su libre albedrío para decidir lo que más le apetezca. Yo voy a decidir ya, en modo de pregunta. ¿Existe la posibilidad de que alguno de los habitantes de la chalupa hubiera leído la historia de Edgar Allan Poe? Y con una respuesta. Sí, y más teniendo en cuenta que en el siglo XIX muchas publicaciones iban insertadas en los diarios de la época.

Sea como sea, y para finalizar esta introducción, hay un extracto muy interesante, que es el que más diferencia la historia ficticia de la historia real, y es que en la historia de ficción el autor decide escarmentar al inventor de la idea macabra y este acaba… Eso por listo. ¿Queréis saber qué pasó? A continuación.

La muerte ficticia de Richard Parker

La primera vez que se comieron a Richard Parker fue en una historia creada por Edgar Allan Poe: Las aventuras de Arthur Gordon Pym. Se publicó por entregas en el Southern Literary Messenger en 1837. También en forma de libro en 1838, con el título Narrative of Arthur Gordon Pym of Nantucket.

La casa armadora Lloyd y Vredenburgh estaba reparando y equipando al bergantín Grampus, un barco viejo en muy malas condiciones. Arthur Gordon Pym decidió embarcar como polizón para, de ese modo, poder vivir una gran aventura en el mar.

Al poco de iniciarse el viaje se produjo un motín a bordo. Tras muchas penalidades quedaron cuatro supervivientes: Arthur, Augustus, Peters y el grumete, Richard Parker. La falta de alimentos y la escasez de agua los llevó a tomar una decisión extrema. El grumete propuso la idea de que uno de ellos debía morir para salvar la vida de los otros.

El ilustrador argentino Luis Scafatti ideó esta y muchas otras ilustraciones sobre los acontecimientos que ocurren al rededor del ballenero donde viaja de polizón Arthur Gordon Pym. Extraido de Narración de Arthur Gordon Pym (Serie Illustrata).
El ilustrador argentino Luis Scafatti creó esta y muchas otras ilustraciones sobre los acontecimientos que ocurren alrededor del ballenero donde viaja de polizón Arthur Gordon Pym. Extraído de la portada: Narración de Arthur Gordon Pym (Serie Illustrata).

Arthur no estuvo de acuerdo, aunque cedió a condición de que esperasen un día más, por si divisaban algún barco que pudiera rescatarlos. Cuando al fin pasó el plazo estipulado se decidió echarlo a suertes. Quien sacara la pajita más corta sería sacrificado. La suerte jugó en contra de Richard Parker, que fue ejecutado.

Después de beber su sangre arrojaron al mar la cabeza, las manos y los pies. El resto fue racionado y comido (en varios días) por sus compañeros. No dudaron ni un instante, estaban desesperados. Pasó un tiempo y fueron recogidos por una goleta. Sin contar lo que había sucedido, Arthur Gordon Pyme continuó con sus aventuras.

La embarcación Mignonette, una historia real

Ilustración de Luis Scafati. El bergantín Grampus de Las Aventuras de Arthur Gordon Pym. Extraída de: Narración de Arthur Gordon Pym (Serie Illustrata) Fuente: Canal Lector.

La segunda vez que se comieron a Richard Parker

El 14 de mayo de 1884 La Mignonette salió de Southampton con rumbo a Australia. Entre la tripulación se encontraban Dudley (capitán), Stephens (piloto), Brookes (marinero) y el grumete, Richard Parker. El cinco de julio, a 1600 millas del Cabo de Buena Esperanza, les sorprendió una violenta tempestad que apenas les dejó tiempo para saltar a una chalupa.

Sin agua potable y con los escasos víveres que habían logrado rescatar aguantaron hasta el decimonoveno día. Fue entonces cuando el capitán Dudley insinuó, a Stephens y a Brookes, la posibilidad de sacrificar a uno de los cuatro para prolongar la vida de los otros.

El capitán decide, o no

Richard Parker, enfermo por haber bebido agua del mar, yacía en el fondo de la chalupa, por lo que no pudo tomar parte en la discusión. Ni tan siquiera se enteró. El capitán Dudley decidió echarlo a suertes, pero Brookes se negó a semejante atrocidad.

Stephens y Dudley, en aras de su propia salvación, sugirieron que, como ellos tenían mujer e hijos lo más adecuado sería sacrificar al grumete. El capitán Dudley dejó claro que así se haría si al día siguiente no conseguían avistar algún navío.

Los náufragos Arthur Gordon Pym,Augustus yDirk Peters (sin Richard Parker). Ilustración: La narración de Arthur Gordon Pym II, de Albert Edward Sterner. En: The Works of Edgar Allan Poe; Newly Collected and Edited... by Edmund Clarence Stedman and George Edward Woodberry. Fuente: Poe Online
Los náufragos Arthur Gordon Pym, Augustus y Dirk Peters (sin Richard Parker). Ilustración: La narración de Arthur Gordon Pym II (1895), de Albert Edward Sterner. En: The Works of Edgar Allan Poe; Newly Collected and Edited… by Edmund Clarence Stedman and George Edward Woodberry. Fuente: Poe Online.

Dudley, implorando el perdón de Dios y rezando una oración, ejecutó a Richard Parker sin que este supiera el final que le esperaba. Después de beber su sangre fue racionado y comido por sus compañeros. Cuatro días después un buque alemán avistó la chalupa y los recogió.

Los dos juicios por la muerte de Richard Parker

Proceso por el asesinato de Richard Parker, perteneciente a la jurisdicción del Almirantazgo, en juicio celebrado en el Tribunal de Devon y Cornwall Winter, el 7 de noviembre de 1884, en el que el jurado se desentendió del asunto pasando el proceso al Tribunal Superior de Londres (la Queen’s Bench División).

Derecho penal

Una vez en tierra (los tres susodichos desembarcaron en Falmoth y fueron sometidos a un primer interrogatorio) contaron lo que había sucedido. Se celebró un juicio en el que los implicados volvieron a repetir toda la historia, sin omitir nada. La vista, como era previsible, tuvo lugar desde el punto de vista del derecho penal.

Cannibalism and the Common Law. Portada del libro que cuenta la historia real de lo sucedido en el juicio por la muerte de Richard Parker, de A.W. Brian Simpson.
Cannibalism and the Common Law. Portada del libro que cuenta la historia real de lo sucedido en el juicio por la muerte de Richard Parker, de A.W. Brian Simpson.

El derecho penal absolvió y puso en libertad al marinero Brookes debido a que, aunque sí había participado en el engullimiento del grumete, Richard Parker, no tomó parte en el asesinato, negándose a realizar tal atrocidad. El capitán Dudley y el piloto Stephens no tuvieron tanta suerte. La Corte los juzgó sin tener en cuenta sus circunstancias y procedió a dictar sentencia de muerte contra los dos:

«Por muy horrorosa que haya sido la situación de los acusados, y aunque sus sufrimientos fueran de tal naturaleza que les hicieran caer en la tentación, no está menos probado que mataron a un débil muchacho que no les atacaba, para nutrirse de su carne, quitándole toda posibilidad de salvarse».

Derecho natural

Fue entonces cuando la reina Victoria (1837-1901) intervino y dijo que no, que los sufrimientos que habían padecido no debían acabar de forma tan trágica y les dio una segunda oportunidad. Se celebró entonces otro juicio, muy del estilo inglés, por cierto, desde el punto de vista del derecho natural1.

Retrato de Hugo Grocio (1583-1645), jurista, escritor y poeta a quien se debe la creación del Derecho Natural.
Retrato de Hugo Grocio (1583-1645), jurista, escritor y poeta a quien se debe la creación del Derecho Natural.

Después de analizar los bienes y los males repartidos se juzgaron los hechos alegando que el derecho natural no poseía un concepto determinado de la conducta punible, puesto que el mismo siempre había dependido, en parte, de circunstancias contingentes.

El derecho de gracia de su majestad actuó, en este caso, en favor de los acusados. Se les conmutó la pena de muerte. Fueron condenados a seis meses de prisión argumentando, entre otras cosas que:

  1. El sacrificio de la vida es sólo preparatorio para el empleo del cuerpo como alimento.
  2. El delito cometido no es un homicidio, sino un acto de canibalismo realizado a causa del hambre.
  3. No hay que olvidar que el valor del bien que se salva debe ser superior al valor del bien que se sacrifica.

Matar no es matar. ¡Viva la reina!

La polémica que originó el desembarco de los náufragos se convirtió en un asunto espinoso, más bien molesto, del que todos quisieron, o al menos, intentaron desentenderse. El primer jurado le pasó el problema al Tribunal Superior, que fue el único que no dudó y dijo: ¡Muerte! ¿Y todo por qué? Por asesinos. ¿Se les puede llamar así? No tengo ninguna duda. Y el marinero se libró (había participado en el engullimiento del grumete, pero no tomó parte en el asesinato, de hecho, se negó). ¿Reprobable? Sí. Pero claro, cualquiera se oponía a los otros dos, con lo cual…

Llegó entonces su majestad y decidió embrollar la cuestión, o jugar a marear, quién sabe. ¿Podéis imaginar la cara que se le debió quedar a los miembros del Tribunal Superior? Algo así como: ¿ésta de qué va? Pero claro, como era la reina cualquiera la contradecía. Y entró entonces en juego el derecho natural para tergiversar todo lo que el derecho penal había juzgado que era, ni más ni menos, que lo que le correspondía a los comepersonas. ¿Por comepersonas? No. Por asesinos, y sobre todo, por aprovecharse de quien no podía defenderse.

Arthur Gordon PymAugustusDirk PetersRichard Parker en la Cubierta del Grampus. Obra: El barco de la muerte, ilustración de Arthur David McCormick. En: Arthur Gordon Pym. A Romance (1898). Fuente: Poe Online.
Arthur Gordon Pym, Augustus, Dirk Peters y Richard Parker en la cubierta del Grampus. Ilustración: El barco de la muerte, de Arthur David McCormick. En: Arthur Gordon Pym. A Romance (1898). Fuente: Poe Online.

El único «punto a favor» de los susodichos fue el arrepentimiento por las acciones cometidas. No cabe duda de que de otro modo no habrían contado nada de lo sucedido, no está del todo claro. Tal vez tuvieron miedo de que el marinero (Brookes) hablara y los delatara, causa bastante probable, o tal vez sí se arrepintieron. ¿Qué pensáis al respecto? Yo lo voy a dejar en modo de duda razonable, por el por si acaso. Aun así, poner como excusa que tenían familia para poder matar al otro, pues no, que seguro que el grumete también tenía familia: padres, hermanos y similares.

El final de la aventura

Matar sí es matar, aunque en este caso el derecho natural dijera lo contrario. Además, es el absurdo más estrambótico y ridículo que he tenido ocasión de leer. Al final resultó que el asesinato no fue un asesinato, sino un sacrificio preparatorio para poder comerse al muerto. El delito tampoco fue un homicidio, se convirtió en un acto de canibalismo. ¿Y el canibalismo? Pues como tal no lo juzgaron, pero claro, como al final se salvaron más personas de las que murieron, el asesinato que no lo fue y el homicidio que nunca existió casi convirtió a los matarifes en héroes de leyenda, como aquella canción de Héroes del Silencio, y desde luego, los libró de acabar en el patíbulo, ahorcados, a cambio de una pena de seis meses de prisión.

Otros artículos de tu interés:


Notas:

1. La escuela del derecho natural debe su origen al pensador holandés Hugo Grocio. En su obra publicada en 1625 reconoce la existencia de un derecho natural y lo considera como una regla dictada por la recta razón, alegando que esta regla existiría, aunque no hubiera dios, separando así el derecho de la religión. Volver.