Capataces e indígenas. Foto publicada por el Banco de la República.
Capataces e indígenas. Foto publicada por el Banco de la República. Fuente: Quietud y Movimiento.

La vorágine y el poder capitalista: lectura crítica a la desigualdad social

¿Qué papel juegan los espacios y tiempos bioculturales en La Vorágine? ¿Cómo se relacionan con los conflictos y las experiencias de los personajes que habitan tanto los territorios como la narrativa acerca de la selva? ¿Cómo se presenta dicha relación en la configuración ético-estética de la obra? ¿Cuáles son las relaciones simbólicas que se encuentran en esta conexión? Para responder estas cuestiones es imprescindible realizar un análisis crítico y textual de la novela La vorágine (1924), dicha obra narrativa creada por José Eustasio Rivera, escritor, jurista y político colombiano que se preocupó por los problemas culturales y sociales de su país. En este análisis son tópicos muy importantes: El pacto narrativo, el espacio y tiempo y el sistema de personajes que construyen una pieza novelística fundacional en la literatura Colombiana.

Portada del libro La vorágine de José Eustasio Rivera

Nuestra posición crítica consiste en argumentar que la estructura narrativa de La Vorágine vehicula una evaluación crítica de los sistemas de poder de la máquina capitalista colonial que son la causa profunda y enraizada de la desigualdad social en Colombia a finales del siglo XIX,  principios del siglo XX y lo que va del XXI. En esta obra Rivera denuncia la violencia y la explotación vivida por los indígenas en la selva amazónica y relata situaciones como la desconexión entre la cultura occidental y las comunidades indígenas, la centralización estatal en la capital colombiana, el abandono de los territorios nacionales y la explotación de recursos naturales (Redacción Cultura, 2024). Esta es una obra compleja que contiene elementos de modernismo y de realismo, puesto que inserta varias de las características estilísticas de este movimiento generacional iniciado por el nicaragüense Rubén Darío, pero a su vez denuncia y muestra la realidad en la que vivieron los indígenas durante la fiebre del caucho.

El pacto narrativo en La vorágine

Estrategias textuales y descripción inicial

Para iniciar este trabajo se analizará el pacto narrativo utilizado por Rivera, el cual articula varias estrategias textuales inductoras del realismo tales como los estilos sociales al hablar, la inclusión de coordenadas espaciales y el detallismo que afecta la configuración física y psicológica de los personajes. Al combinar elementos del modernismo y del realismo en la estructura narrativa de la obra se logra resaltar lo estético y a su vez realizar una crítica social por medio de diferentes voces como la de Arturo Cova, Clemente Silva y Helí Mesa. En un inicio se presenta una descripción de los personajes y el espacio donde se desarrollan los hechos, Arturo Cova empieza narrando su historia y la de Alicia, los cuales deciden huir al Casanare para ser felices porque ella estaba condenada a casarse con un viejo terrateniente adinerado. Sin embargo, el corazón de Alicia le pertenecía a Arturo Cova, un poeta culto, mujeriego, pobre y aventurero. «Aquella noche, la primera de Casanare, tuve por confidente al insomnio. A través de la gasa del mosquitero, en los cielos ilimitados, veía parpadear las estrellas. Los follajes de las palmeras que nos daban abrigo enmudecían sobre nosotros» (p. 20)

La imagen muestra a José Eustasio Rivera autor y protagonista de la vorágine. Fuente: Cultura genial (2024).
La imagen muestra a José Eustasio Rivera autor y protagonista de La vorágine. Fuente: Cultura genial (2024).

Rivera utiliza un lenguaje coloquial y poético, con abundantes descripciones de la selva que muestran tanto su belleza como su peligrosidad. Esto se evidencia en la segunda parte donde Arturo Cova expresa su temor y respeto hacía la selva por las dificultades, peligros y miserias que le ha tocado experimentar a él y a los demás personajes «Tú eres la catedral de la pesadumbre, donde dioses desconocidos hablan a media voz, en el idioma de los murmullos… Tú tienes la adustez de la fuerza cósmica y encarnas un misterio de la creación» (p. 134). En la tercera parte de la Vorágine la narrativa y por ende el lenguaje cambia para denunciar acerca de la explotación laboral de los trabajadores e indígenas de las caucheras, la explotación de  los recursos naturales y la corrupción vivida a finales del siglo XIX y principios del siglo XX. «Es el hombre civilizado el paladín de la destrucción. Hay un valor magnífico en la epopeya de estos piratas que esclavizan a sus peones, explotan al indio y se debaten contra la selva» (p.245).

Personajes y simbolismo en la explotación cauchera

La Vorágine deja ver diferentes personajes que se relacionan por la violencia de la explotación cauchera. Rivera logra a través de estos simbolizar a las víctimas que experimentaron los atropellos por el abuso de poder en las plantaciones de caucho, y al mismo tiempo permite reflejar la riqueza lingüística y cultural de los habitantes de la selva amazónica. Como ya se había mencionado, Arturo Cova es el narrador y personaje principal, el cual se convertirá en uno de los luchadores por las injusticias y la corrupción hacía los caucheros, aunque a veces sus compartimentos son contradictorios. Según Ozokcouo (2010) Cova es un hombre civilizado a lo occidental, una imagen de los intelectuales que por una mala orientación de sus futuros ven todos sus esfuerzos intelectuales desmayarse en la naturaleza. A la sombra de Cova siempre estará la joven Alicia, la cual no logra trascender, representa a la mujer desinteresada que busca vivir el amor en libertad y es traicionada por su amiga Griselda, la cual sostiene un romance con Arturo y la caracteriza su personalidad  carismática para atraer a los hombres a pesar de que su esposo es Fidel Franco. A través de esta se puede evidenciar el uso del lenguaje coloquial “¡Le tenes terronera a mi marío!, ¡veleta, veleta, cómo tás cambiao!” ( P.47). Según Ozokcouo (2010) el personaje de Griselda es también la imagen de la mujer libre en su mente, independiente que tiene también debilidades por el material, el lujo y el sexo.

Barrera: El Antagonista y Vendedor de Ilusiones

Ahora bien, Barrera es el antagonista de la novela, es el vendedor de ilusiones, manipulador y peligroso, que se camufla bajo el papel de un hombre amable y empático.  Es uno de los personajes más destacados y complejos, puesto que a lo largo de la novela representa diferentes aspectos de la sociedad y la vida en la selva durante la época de la fiebre del caucho. Esto ejemplifica cómo el sistema de endeudamiento era una herramienta utilizada por los dueños de las plantaciones de caucho para mantener a los trabajadores en un estado de servidumbre y explotación.

Eugenio Robuchon, autor del libro: En el Putumayo y sus afluentes, rodeado de indios huitotos funuñas. Foto tomada del libro Imaginario e imágenes de la época del caucho: Los sucesos del Putumayo, 2009
Eugenio Robuchon, autor del libro: En el Putumayo y sus afluentes, rodeado de indios huitotos funuñas. Foto tomada del libro Imaginario e imágenes de la época del caucho: Los sucesos del Putumayo, 2009. Fuente: Humanidad y Medio.

A través de este sistema los terratenientes podían endeudar a los trabajadores al proporcionarles adelantos monetarios o suministros necesarios para su trabajo, como alimentos o herramientas. Barrera es un personaje villano paradigmático que no tiene un peso. Este vende ilusiones a través de su imagen, pequeños detalles, su porte y sus habilidades para expresarse. Entre sus detalles se puede mencionar el whisky y el perfume obsequiados a Griselda y Alicia para disculparse por el falso atentado en su nombre: “Y ese whisky y ese perfume, ofrendas humildes de quien no tiene, fuera de su corazón, más que ofrecer” (p. 36). Además, se evidencia su forma de manipulación a través de los elogios falsos como “mi admirado señor cova” expresados en la carta enviada a Cova. En esta expresa remordimiento por sus acciones pasadas y busca despertar la compasión de Cova al describirse a sí mismo como «enfermo» y «envilecido».

La diversidad de voces narrativas en La Vorágine de José Eustasio Rivera

En la novela hay diferentes tipos de narradores. En un inicio es narrada en primera persona por Arturo Cova, quien se presenta como protagonista de la historia. Sin embargo, a medida que transcurre hay un cambio de voces narrativas que utiliza Rivera para que el lector comprenda mejor la obra, como por ejemplo en la segunda parte cuando Cova y sus compañeros se dirigen al Vichada aparece Heli Meza, quien describe el abuso de poder y explotación laboral hacía los caucheros. «Un joven llamado Helí Mesa vino una vez a la maporita y mientras desyerbaban el conuco, le relató los sucesos como testigo presencial» (p.120). La aparición de este personaje da cuenta de las condiciones en que vivían los trabajadores y los abusos de poder causados por la máquina capitalista. Según el Instituto Caro y Cuervo (1975) en el relato de Mesa lo que más aterra es la inhumanidad y el engaño constante de los empresarios, que logran, con falsas promesas, destruir tantas vidas.

La bonanza cauchera

Entre finales del siglo XIX y principios del XX la colonización europea en América estaba en auge y países europeos como Inglaterra se aprovecharon de los territorios no colonizados para explotar sus recursos naturales y así beneficiarse. En ese entonces existía una gran demanda del caucho en Europa y la principal víctima para la extracción fue la selva amazónica. Según Zapata (1975): «La colonización campesina de esta zona vivió al menos tres oleadas a lo largo del siglo xx, marcadas al inicio por la extracción del caucho, luego por la bonanza de la marihuana y la coca y, en tiempos más recientes, por la expansión ganadera.» (p.14).

La imagen muestra a los indígenas esclavizados durante la fiebre del caucho. Fuente: Resumen latinoamericano (2024).
La imagen muestra a los indígenas esclavizados durante la fiebre del caucho. Fuente: Resumen latinoamericano (2024).

Abusos y transformaciones impuestas por la explotación cauchera en la Amazonia

Las actividades campesinas de la zona han estado ligadas desde siempre a la explotación y cada una de estas oleadas ha dejado una huella significativa en el paisaje y en la vida de las comunidades amazónicas, transformando su economía, ecología y estructura social. La amazonía se convirtió en un foco de interés debido a la fiebre del caucho.  Este recurso natural, crucial para la industria de neumáticos y otros productos, atrajo a numerosos colonos y empresarios. La demanda internacional de caucho llevó a una explotación intensa de los árboles, causando no solo la migración de trabajadores a la región, sino también conflictos con las comunidades indígenas y un impacto ambiental significativo. Según Cárdenas (1975)  cuando comenzó la explotación del caucho se despejaron grandes extensiones de selva para formar monocultivos, pero pronto descubrieron que este método no se podía aplicar a la extracción sistemática de la siringa del Hevea brasiliensis, pues tarde o temprano un hongo con una terrible capacidad infecciosa colonizaba toda la plantación y echaba a perder el látex.

Extracción del caucho. El líquido blanco que se saca del árbol con el mismo nombre.
Extracción del látex. El líquido blanco que se saca del caucho, comúnmente conocido como el árbol que llora. Fuente: Quietud y movimiento.

Para hacer efectiva la explotación del caucho, los empresarios tuvieron que sembrar los árboles a una distancia lo suficientemente amplia para impedir el crecimiento del hongo. Este hecho, ocasionó una serie de desafíos logísticos, puesto que los trabajadores debieron adaptarse y los seringueiros se vieron obligados a internarse en el bosque y recorrer más distancias. Existen testimonios que evidencian la violencia y abuso que sufrieron las familias y clanes indígenas por parte de los caucheros. Uno de ellos es el de Boracaño, quien “no superaba los 15 años cuando llegaron los caucheros a la parte alta del río Kotue y la vincularon de manera abrupta con el régimen de la Casa Arana” (Kuetgaje, 1975, p.38). En su testimonio dice que los cuerpos de las mujeres indígenas eran utilizados para la recolección de caucho, la cocina, la siembra y el lavado. Además, de que las mujeres eran expuestas a arduos trabajos físicos y a chantajes emocionales por parte de los caucheros también eran utilizadas como objeto de placer sexual. Todo esto obedecía a un patrón de acciones de dominación de los cuerpos de las mujeres indígenas que promovió el régimen cauchero para controlar la mano de obra femenina. 

Desesperanza y denuncia de una explotación inhumana

Ahora bien, José Eustasio Rivera utiliza su obra para denunciar la brutal realidad de la fiebre del caucho, destacando la explotación inhumana, la destrucción del entorno natural y la desesperanza que afecta a todos los que quedan atrapados en este ciclo de avaricia y violencia. Un factor que permite obtener una visión más completa y realista de la obra son los testimonios y relatos de personajes secundarios quienes brindan al lector perspectivas adicionales sobre la vida en la selva y las malas condiciones en las que vivían y trabajaban los esclavos indígenas. Tal es el que caso del relato del cauchero Clemente Silva: “Por su lado, los capataces inventan diversas formas de expoliación: les roban el caucho a los siringueros, arrebátanles hijas y esposas, los mandan a trabajar a caños pobrísimos, donde no puedan sacar la goma exigida, y esto da motivo a insultos y a latigazos” (p. 150). Además, Rivera deja ver en fragmentos como el siguiente rastro de la desesperanza y deshumanización:

En el desamparo de las estradas muchos sucumben de calentura, abrazados al árbol que mana leche, pegando sus bocas a la corteza, para calmar, a falta de agua, la sed de la fiebre con caucho líquido; y allí se pudren como las hojas, roídos por las ratas y las hormigas, únicos millones que les llegaron, después de muertos. ( p.187).

Registro de la violencia de los patrones contra los indígenas. Foto publicada por el Banco de la República. Fuente: Quietud y Movimiento.
Ilustraciones de los maltratos perpetrados en la Casa Arana publicadas en el diario La Felpa, 1907-1908. Registro de la violencia de los patrones contra los indígenas. Foto publicada por el Banco de la República. Fuente: Humanidad y Medio.

La selva, un ser melancólico y devorador

En el caso de la selva, además de ser el espacio geográfico donde se desarrolla la historia, esta  se presenta como un ser melancólico, temible y  devorador. Rivera le atribuye cualidades humanas a los árboles, los cuales siempre están a la defensiva del promotor de la violencia: el ser humano. Según Hachenverger (2021) la novela  se centra en los recursos estilísticos literarios empleados para presentar la selva como una amenaza que se está vengando de las explotaciones causadas por el hombre y para criticar las prácticas neocoloniales. La selva es descrita por Cova como una cárcel misteriosa «Déjame huir, oh, selva, de tus enfermizas penumbras» «¡Tú misma pareces un cementerio enorme donde te pudres y resucitas!” (p.134). Arturo Cova le súplica a la selva que lo libere de sus entrañas y la describe como un lugar solo y silencioso, pero con un gran poder destructor «Oh, selva, esposa del silencio, madre de la soledad y de la neblina!» ( p.133).

La vorágine y la modernidad

Ruptura con las formas narrativas convencionales

La época moderna es el período que se inicia en el siglo XVIII y es la primera que exalta al cambio y lo convierte en su fundamento. Por tanto, la novela moderna no se caracteriza únicamente por su novedad, sino por su heterogeneidad. Tradición heterogénea o de lo heterogéneo, la modernidad está condenada a la pluralidad: la antigua tradición siempre la misma, la moderna es siempre distinta (Paz, 1990). En ese sentido, el modernismo representa una ruptura con las tradiciones literarias anteriores.

En La vorágine, Rivera rompe con las formas narrativas convencionales de su tiempo al presentar una novela que mezcla el lirismo poético con una crítica social intensa y un realismo crudo. Se puede evidenciar en la manera como combina elementos de la poesía con la narrativa, utilizando recursos estilísticos propios del verso en la prosa de su novela: “Las estrellas se adormecieron, y en la lontananza de ópalo, al nivel de la tierra, apareció un celaje de incendio, una pincelada violenta, un coágulo de rubí” (p.32). Esta fusión de géneros crea una obra híbrida que rompe con las expectativas de lo que una novela tradicional debería ser, aportando una riqueza estética que es una marca distintiva del modernismo.

La transformación del protagonista, Arturo Cova

Además, Rivera logra dotar a sus personajes de autenticidad y profundidad, lo cual contribuye a la inmersión del lector en el mundo de la novela y en la vida de sus personajes. Según Bobes (s.f) la novela moderna se entiende como “una nueva forma de relato en el que prima lo psicológico frente a la acción, de donde deriva un nuevo modo de construir al personaje y de organizar y presentar la historia y sus motivos” (párr.1). En ese sentido, la obra profundiza en la psicología de sus personajes, especialmente del protagonista Arturo Cova, el cual experimenta una transformación interna a lo largo de la historia.

Por un lado, según Guerrero (2021) Arturo es un hombre joven debilitado por la enfermedad, el hambre que lo desvelaba, la injusticia, la crueldad y la violencia. Cova aniquila, retiene y pretende dominar tanto la selva como a todo el que lo rodea, sus acciones se ven lideradas con el rencor y la venganza, es un hombre impulsivo y desequilibrado. A Cova no lo cambia el amor: lo cambia la selva.  Esto se puede ver reflejado en el siguiente fragmento: “Aunque mis compañeros caminaban cerca no los veía, no los sentía Parecióme que mi cerebro iba a entrar en ebullición tuve miedo de verme solo, y repentinamente, eché a correr hacia cualquier parte, ululando empavorecido, lejos de los perros, que me perseguían”  (p. 190). Según Clemente Silva el personaje de Arturo estaba enfermo y padecía el embrujamiento de la montaña. Sin embargo, lo que Cova enfrenta es la cruda realidad de la selva, la soledad, la lucha por sobrevivir y el agotamiento físico y emocional.

La Vorágine de José Eustasio Rivera: Crítica social y estética literaria en la Amazonía

En conclusión, en la estructura narrativa de La vorágine se aprecia la combinación de un lenguaje poético y al mismo tiempo coloquial en aras de criticar los sistemas de poder y desigualdad social en Colombia a finales del siglo XIX y principios del siglo XX. Rivera realiza una relación entre los elementos literarios, los elementos orales y testimonios propios de una cultura popular para crear un relato de concienciación y denuncia de una situación social y económica que responde a una realidad objetiva.  Según Carrión (2015) esta obra fue la encargada de abrir la herida nacional al extenderse por el país, puesto que gracias a su publicación el conocimiento de la barbarie y la violencia oculta al centro de la nación se logró dimensionar con ayuda de la metáfora y el lirismo. En ese sentido, explora temas como el conflicto interior, el amor, la pérdida, la violencia, la injusticia social y el impacto emocional del entorno natural y social en los individuos, los cuales se presentan de manera profunda y reflexiva, con una sensibilidad hacia la complejidad de la experiencia humana.

Capataces e indígenas. Foto publicada por el Banco de la República.
Capataces e indígenas. Foto publicada por el Banco de la República. Fuente: Quietud y Movimiento.

Además, la obra a través de sus vívidas descripciones destaca la desesperanza y la deshumanización que permeaban la vida en las plantaciones de caucho. Los hombres y mujeres atrapados en este ciclo de explotación enfrentaron la violencia de sus captores y los innumerables peligros de la selva tales como las enfermedades y los ataques de animales salvajes. Rivera no solo pone en evidencia la crueldad y la injusticia de la fiebre del caucho, sino que también subraya la indiferencia del mundo exterior ante tales atrocidades. La historia de la fiebre del caucho en la Amazonía es un capítulo oscuro que invita a la humanidad a reflexionar sobre las repercusiones de la codicia y la explotación y a abogar por un futuro en el que la justicia social y la sostenibilidad ambiental sean prioritarias. En definitiva, después de un siglo, La vorágine sigue siendo un clásico de la literatura latinoamericana por su valor estético y su capacidad para denunciar los problemas de abuso de poder que aún siguen vigente en la sociedad colombiana.


Investigación realizada por Oriana Mendoza Vergara Y Keira Díaz de la Ossa. Estudiantes de Licenciatura en Literatura y Lengua Castellana en la Universidad de Córdoba. Cursaron el sexto semestre y en orientación y dirección del docente Luis Fernando López Noriega en el curso de Literatura Colombiana realizaron este proyecto de investigación sobre La vorágine (1924) una de las novelas más representativas de la literatura colombiana y latinoamericana.

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