Pierre Bourdieu se convirtió en uno de los grandes destacados de la sociología contemporánea con La distinción: Criterio y bases sociales del gusto (1979). Realizó un enorme estudio que abarcaría a toda la población, desde su estatus más bajo hasta el más alto, donde analizó el consumo de cultura desde su nivel más elemental: la vida cotidiana. El sociólogo llegó a demostrar que nuestro gusto estaría determinado por los elementos que construyen el habitus, elementos esenciales en la construcción de nuestra personalidad como nuestro capital escolar y extraescolar, el nivel adquisitivo -y por tanto la condición social-, nuestras formas de ocio y hasta los contenidos que consumimos tanto dentro como fuera de casa.
- Qué es el habitus.
- Habitus, gusto y distinción entre clases.
- El habitus condiciona la comprensión del arte.
- El doble sentido de Chema Madoz.
- El arte figurativo y no arbitrario. Denotado y motivado.
- El arte conceptual y arbitrario. Connotado y no motivado.
Qué es el habitus
De este modo, nuestro gusto y sensibilidad hacia las Humanidades, la capacidad de interpretar los contenidos que consumimos, y hasta de reaccionar ante toda nuestra realidad vendrán determinados por nuestro habitus, el cual será para Bourdieu el concepto más elemental de su teoría. En resumen, el habitus es:
«la capacidad de producir unas prácticas y unas obras enclasables y la capacidad de diferenciar y de apreciar estas prácticas y estos productos (gusto) -donde se constituye el mundo social representado, esto es, el espacio de los estilos de vida–»
(Bourdieu, 1979: 169-170).
El habitus marca por tanto nuestra forma de percibir y entender el mundo así como la manera en la que actuamos en él. Atendemos a esquemas que están elaborados y que han intervenido durante toda nuestra vida y que por tanto nos han construido. Nuestra familia, amigos, el colegio al que fuimos y los profesores que tuvimos, si recibimos clases de música, pintura o danza, si leíamos o veíamos la tele, nuestro actual oficio, inquietudes, etc.
Habitus, gusto y distinción entre clases
Pierre Bourdieu determinaba que nuestro gusto vendría dado por el habitus. Tiene lógica que nuestra clase social sea determinante en que consumamos desde un determinado tipo de cultura hasta otros tipos de contenidos que pasan a ser kitsch, mero entretenimiento o formas de ocio.
«Estructura estructurante, que organiza las prácticas y la percepción de las prácticas, el habitus es también estructura estructurada: el principio de división en clases lógicas que organiza la percepción del mundo social es a la vez producto de la incorporación de la división de clases sociales. […] la identidad social se define y se afirma en la diferencia»
(Bourdieu, 1979: 170).
Nuestra preferencia por tanto ante una degustación cultural o artística (didáctica, reflexiva, elevada) o las distintas formas de consumo de ocio existentes -de elegir entre acudir a una pequeña sala al estreno de una cinta de autor o de ir al cine a ver el último blockbuster; o de elegir entre ir a la inauguración de una exposición o de ir al bar a ver el fútbol- serán condicionantes para determinar nuestros gustos y -según Bourdieu, entre otros elementos- nuestra clase social.
«Los estilos de vida son así productos sistemáticos de los habitus que, percibidos en sus mutuas relaciones según los esquemas del habitus, devienen sistemas de signos socialmente calificados (como ‘distinguidos’, ‘vulgares’, etc.)».
(Bourdieu, 1979: 171-172).
Obtenemos pues, que la relación que cada cual tenga con la cultura, será lo que finalmente marque la distinción entre las diferentes clases sociales y, por tanto, la destreza ante la comprensión y el análisis de una obra de arte o cualquier producto de la industria cultural.
El habitus condiciona la comprensión del arte
No es necesario profundizar en el readymade, la performance, ni en ningún otro tipo de intervención de arte conceptual más o menos compleja para poder explicar que el espectador llegue a entenderla o que incluso obtenga múltiples significados. Es algo que depende por completo del habitus de cada individuo y por tanto, cualquier obra, pintura, escultura o ilustración, por mimética o figurativa que sea, podrá ser interpretada de mil maneras dependiendo de factores como la educación, la etnia o el sexo del observador.
El arte conceptual sin embargo no es un arte motivado que dependa de un único significado o que implique la denotación por parte del espectador, sino que además atiende a múltiples significados e interpretaciones, a la connotación, pues forma parte de un primer sistema (la obra), del que beben otros tantos sistemas como es el que crea el propio artista para darle sentido, u otros que atienden al habitus y las interpretaciones del resto de individuos que la puedan contemplar o analizar.
Gracias a los estudios sobre lingüística y semiología de principios del siglo XX, los autores de las distintas disciplinas humanísticas pudieron asimilar que cualquier elemento (objeto, palabra, ser vivo o símbolo) es un signo, y en su conjunto, forman toda nuestra realidad, sea real o no. El artista es por tanto consciente de que puede atribuirle todo tipo de significados a cualquier objeto.
El doble sentido de Chema Madoz
Chema Madoz expresa sus ideas con una fotografía conceptual ácida, surrealista y desnuda a la vez que compleja. Su brillante sencillez tiene el poder de hacernos reflexionar durante horas. Mediante su cuchara con sombra de tenedor, puede desvelarnos que no todo es lo que parece a primera vista; que todos tenemos un interior del que poco dejamos ver; o que toda moneda tiene una doble cara y no podemos fiarnos de las apariencias.
Queda claro que Madoz nos ofrece su versión particular de la realidad y nos regala su mirada, pero también invita al espectador a observar, decodificar el mensaje y a obtener sus propias conclusiones. Volvemos por tanto al habitus de Bourdieu, el cual determinará que cada individuo obtenga diferentes interpretaciones dependiendo de su identidad, capital social, cultural, económico, académico, etc.
De esta manera, el pobre que se endeudó para adquirir un Aston Martin pero que no llega a fin de mes, podrá verse como cuchara. Creerá por un momento que tiene algo de estatus al verse reflejado en los escaparates de las tiendas al volante de su coche de lujo, pero esa sensación será efímera, fugaz y líquida. Por lo que ese necesitado infeliz víctima de la apariencia no podrá evitar sentirse como la sombra -el tenedor- al saber, aunque sea muy en el fondo, que todo ese envoltorio es un fraude. Si buscamos otro punto de vista, es muy posible que el homosexual que no se atreve a salir del armario se vea reflejado en esta genuina composición de Chema Madoz.
Es el juego de combinar una imagen y la palabra que le asigna significado, y, con una sutil intervención sobre el objeto, subvertir esa correlación de significados. Es la magia de conseguir representar el mundo conocido bajo una piel nueva. Es el don de poseer otra manera de mirar.
(Chema Conesa, 2017: 3).
Al dividir el signo, como si de un átomo se tratara, extraemos su significado y significante, y tal y como nos legaron Saussure y Barthes, de su relación surgen la arbitrariedad del signo y su significación, es decir, que tal objeto o signo motive en mayor o menor medida lo que representa. Como la cuchara con sombra de tenedor de Madoz. Representan objetos reales que conocemos y que forman parte de nuestra vida cotidiana, pero que combinadas, pueden representar múltiples significados como ya hemos podido comprobar con el caso del pobre que busca estatus o del homosexual que no se atreve a salir del armario.
El arte figurativo y no arbitrario. Denotado y motivado
Para terminar de comprender los conceptos planteados, utilizaremos la misma representación manifestada desde dos puntos de vista artísticos distintos. La representación de Adán y Eva más figurativa, de la mano de Tiziano y Rubens, y la perspectiva actualiza y conceptual de Pawel Kuczynski.
En el primer caso, Adán y Eva son Adán y Eva, en el Jardín del Edén a punto de cometer el pecado original. Obtenemos que la obra significa lo mismo que representa. Significado y significante coinciden, por lo que la arbitrariedad del signo es baja y la obra de arte es motivada. No obstante, y como caso excepcional, cabe apuntar que estas obras no podrán ser decodificadas correctamente por parte de espectadores que no cuenten con los conocimientos necesarios sobre la historia de Adán y Eva narrada en el Génesis. Estos individuos estarán ante una obra de arte figurativa, sin un fondo o significado concretos, y que serán o no sustituidos por otros dependiendo de la educación, cultura, etnia o edad -entre otros ingredientes del habitus– del sujeto. Algo bastante curioso ya que, a pesar de ser una obra de arte motivada, nos acerca bastante a que la arbitrariedad del signo, sea alta si el observador no tiene los conocimientos necesarios para decodificarla.
El arte conceptual y arbitrario. Connotado y no motivado
Pero el significado de un mismo signo también puede ser connotado, es decir, que en su significación, pueda estar relacionado con otros sistemas de signos y que por tanto pueda tener otros tantos significados más allá de los que representa a simple vista. Es algo que, gracias a los estudios posestructuralistas iniciados en la década de los sesenta, dependerá, como ya hemos mencionado, de la cultura y apreciación de cada individuo de manera aislada y por tanto de su habitus.
El significado ha cambiado, seguimos teniendo a Adán y Eva en el Edén, pero el artista Pawel Kuczynski cambia los elementos originales por otros para crear un mensaje subversivo. El mal ha cambiado y ahora viene representado por la cámara y la pantalla. Obtenemos así otros significados: la crítica a las nuevas tecnologías y el simulacro; el hecho de experimentar y disfrutar más a través de la ficción y las imágenes que de la propia realidad; o la advertencia de que las redes sociales pueden convertirnos en seres pasivos, inofensivos y alienados si no son usadas con responsabilidad. La arbitrariedad es elevada, pues Kuczynski se apropia de signos ya existentes y cambia su significado original añadiéndole otros. El pecado original ha cambiado, y el artista lo representa como la hipervisibilidad derivada de las redes sociales y el individualismo más voyeur y sucio.
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Bibliografía
-BARTHES, R. (1965). Elementos de semiología. Madrid: Alberto Editor Corazón.
-BOURDIEU, P. (1979). La distinción. Criterios y bases sociales del gusto. Madrid: Taurus.
-Conesa, C. (2017). 01, Chema Madoz. Esenciales de la fotografía española. PhotoEspaña. Madrid: Prisanoticias Colecciones / La Fábrica.
-SAUSSURE, F. (1945). Curso de Lingüística general. Buenos Aires: Editorial Losada. Primera edición (1916).