Los libros tienen el poder de transportarnos a otros mundos, de hacernos sentir emociones que nunca antes habíamos experimentado y de enseñarnos lecciones valiosas sobre la vida. El sueño de una vida (2024), la última novela de la escritora ciezana Alba Navalón, no es una excepción. Esta novela romántica con tintes de thriller nos lleva a un viaje a través de la tierra, la historia y los sueños de una familia en la España rural.
A través de una prosa impecable, la novela explora temas como el amor, la familia, la pérdida y la búsqueda de la identidad. Los personajes, entrañables y complejos, nos acompañan en un viaje lleno de emociones y nos invitan a reflexionar sobre la importancia de nuestras raíces y la belleza de la tierra natal.
- Raíces en la tierra, sueños en el corazón.
- El tesoro escondido de El sueño de una vida: en busca de lo que nos pertenece.
- Viaje a través del tiempo y la imaginación.
- Lazos invisibles: Tejiendo sueños con palabras.
- Huellas en el camino: De la admiración a la inspiración.
- Cieza, Macondo y El sueño de una vida: Un homenaje a la tierra y a sus gentes.
Raíces en la tierra, sueños en el corazón
Hay libros que tocan el corazón, que hacen a uno sumergirse en otras historias, otros sentimientos, otras vidas; hay novelas que llevan al interior de uno mismo a través de la senda atractiva de sus páginas, que hacen a uno cómplice de sus personajes, que mediante la realidad infinita de la ficción ofrecen una mirada nueva sobre la realidad, más limitada, del mundo.
En Cieza, nuestro pueblo, se ha escrito un libro: El sueño de una vida. Éste hunde sus raíces en la tierra, en la maravillosa rusticidad del campo, en una de esas fincas, al pie de la Sierra del Oro, que los medieros cavaron con denuedo durante generaciones y que la ley del tiempo ha convertido ya en patria de recuerdos. Se trata de una novela romántica con vocación de thriller que, mediante una prosa impecable, sabe a lazos familiares, a conquista, a la colisión posible del deseo entre los dos protagonistas; pero que su escenario quizá también nos recuerda a Tara, en Lo que el viento se llevó (1936), cuando Escarlata O’Hara lucha por recuperar aquel suelo que amaron sus ascendientes y que conservaba esencias puras de su infancia.
El tesoro escondido de El sueño de una vida: en busca de lo que nos pertenece
El sueño de una vida es un libro que, en la sencillez de sus personajes, nos revela las claves para reconocer lo que es nuestro, lo que nos pertenece aun cuando solo exista en el empeño por conseguirlo; nos recuerda, si cabe, a aquel comerciante de perlas, que cuando halló la más valiosa, vendió todas las que tenía para lograr poseerla (San Mateo dixit); nos alecciona sobre la honestidad en un sentido amplio y la conversión por amor de las personas que naufragan en una sociedad sin principios. Estamos hablando de una novela que ha echado a andar esta primavera de 2024, que ha nacido en Cieza y es para el mundo; y hablamos también de una escritora ilusionada con un sueño noble en su cabeza.
Shirin Klaus es muy joven, pero se mueve en el mundo de la ficción con una soltura envidiable; ama la literatura y tiene dotes para crear historias de la vida corriente con la misma naturalidad que respira. Ella convoca sus personajes, los modela, les da la vida y les permite dudar, sufrir, amar, abrazar sueños o perseguir la felicidad: es lo que interiorizan sus lectoras y lectores cuando desean leer siempre una página más antes de cerrar el libro.
Alba Navalón es su nombre real y esta es su novela número 17, que firma con el mentado seudónimo. Tiene, por tanto, una trayectoria literaria prolífica y una bonita experiencia en la creación de personajes, de los que fluye la ternura, la pasión, la alegría, el cariño y otras cualidades humanas que ella, de una forma sutil, casi divina, pone en ellos.
Viaje a través del tiempo y la imaginación
Asegura Irene Vallejo en su inconmensurable obra El infinito en un junco (2019) que los antiguos de la Grecia clásica, los que escribían en rollos de papiro, atesorándolos en la biblioteca de Alejandría, precisaban leer aquellas obras en voz alta, que no sabían hacerlo como nosotros, con los labios cerrados. Shirin Klaus ha escrito El sueño de una vida, sacándolo palabra a palabra de las hebras de su intelecto y nos lo ofrece con el mismo valor que una Medea de Eurípides, pero con la diferencia, ¡y la suerte!, de que nosotros hoy en día sabemos conectar nuestra mente a la suya tan solo descifrando los caracteres de las palabras con las niñas de los ojos. No existe invento más poderoso en el mundo que la escritura; abrir un libro es un viaje en el tiempo: uno puede trasladarse a la Francia del siglo XIX con Madame Bovary, de Gustave Flaubert; a los días de la conquista de México, en 1519, con Bernal Díaz del Castillo; o al Egipto de hace treinta siglos con Sinuhé el egipcio, de Mika Waltari.
Lazos invisibles: Tejiendo sueños con palabras
Alba Navalón se conecta con sus lectores, y ellos, sin pestañear, sin despegar los labios, reciben la magia que envuelve la historia: pueden ver con la imaginación, sentir con la parte noble del pecho o esperar con el alma en vilo el desenlace deseado del relato. En El sueño de una vida, la autora ha tejido bien sus mimbres: un viejo que encuentra, quizá por primera vez, el calor familiar en el declive último de la edad; un chico joven con la ambición contaminada por el dinero («…el que non ha dineros, non es de sy señor», aleccionaba hace 700 años el Arcipreste de Hita como la adoración a un falso dios), que descubre al fin otro sentido más noble de la vida; una mujer que colma de paz su espíritu después de una experiencia de malos tratos, unas niñas que reconocen como verdadero abuelo al anciano huido de su soledad no deseada, y una chica joven, generosa, que tiene por objetivo vital, por proyecto de vida, volver al lugar de origen casi como en el cumplimiento de una promesa hecha a sus ancestros. Nos recuerda esto último a Juan Preciado, en la novela Pedro Páramo (1955), de Juan Rulfo, cuando también hace un recorrido a su origen, a Comala, en busca de lo que es suyo, y cumpliendo una promesa hecha a su madre Dolores Preciado en el lecho de muerte.
Huellas en el camino: De la admiración a la inspiración
La escritora ciezana Alba Navalón, que ya de jovencita le tiraba la inclinación de inventar otros mundos a través de la palabra escrita, tuvo como primeros autores referentes a Margaret Weis y Tracy Hickman, los creadores de Dragonlance y sus novelas de fantasía épica; y a Laura Gallego, con su literatura infantil y juvenil. Luego se fue haciendo en su camino literario y en la actualidad lee con admiración, entre otros, a escritoras románticas como Kate Danon y Elena Castillo Castro, aunque disfruta sumergiéndose en la narrativa contemporánea. Una de sus últimas lecturas favoritas es Lecciones de química (2023), de Bonnie Garmus, confiesa con emoción.
Nos desvela que se inventó el seudónimo «Shirin Klaus» cuando se inclinó por la novela romántica, y, con El sueño de una vida, ya suman trece las obras de ese género. Le brillan los ojos cuando explica que tiene lectores «cero» para sus libros, entre los que se cuentan su padre y su abuela, y matiza entonces con una sonrisa enternecida que a esta le tiene que leer ella los manuscritos (y lo hace con unción —no nos cabe la menor duda—), ya que a la mujer le va faltando la vista por su ancianidad. Nos dice también que es partidaria de dejar «reposar» lo que escribe y que luego retoma y corrige múltiples veces, y esto nos trae a la memoria el flash de algo que cuenta Isabel Allende en su libro Paula (1994): que mientras pasaba las largas horas, angustiosas horas, en un hospital de Madrid con su hija Paula, que padecía porfiria y no tenía remedio, iba cargada con el manuscrito de La casa de los espíritus (1982) haciéndole infinitas correcciones. Es un maravilloso vicio de muchos de los que escribimos.
Cieza, Macondo y El sueño de una vida: Un homenaje a la tierra y a sus gentes
Alba Navalón se había atrevido a situar su novela en nuestra tierra, en nuestros paisajes, en nuestros espacios ciezanos, pero cuando estábamos presentando el libro en la Biblioteca Municipal Padre Salmerón de nuestro pueblo, pues me había concedido ese honor y yo estuve encantado, comentó algo que tenía un carácter casi enigmático: vació el pueblo con la imaginación —nos explicó— , obvió la gente real de la calle, y metió en él a sus personajes, a los cuales les otorgó la ciudadanía, la vecindad, los derechos para moverse por la ciudad: por la Plaza de España, por el Paseo, por la Horchatería, el Registro de la Propiedad, la Notaría; pero fue más allá: hizo de la conocida finca del Madroñal su Macondo, donde cuatro generaciones, de los sujetos a la tierra, habían superado cien años de soledad, y allí dio carta de residencia a sus personajes; Shirin Klaus cumplió su sueño: «ciezanizó» a sus hijos literarios, a los seres vivientes en la ficción de su acertada novela El sueño de una vida. ¡Larga vida a los libros!
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Escritor. Su obra es fiel a la tierra, al pueblo, a la intrahistoria. Su blog: «El Pico de la Atalaya». Última novela: «La patria que nos queda»; próximo libro: «Calle Libertad».