Hasta no hace mucho tiempo la prosa autobiográfica estaba limitada a quienes se habían destacado en cualquier disciplina o asimismo en la vida pública y, aunque no existiera una norma que lo prohibiese, surgía como instalado de algún modo que el común de las personas no eran los legítimos destinatarios de un género que al día de hoy es uno de los que más crece y entusiasma. Cada quien tiene historias vividas para narrar, pero más allá de la catarsis o beneficio terapéutico que, sin lugar a duda, tiene el acto de escribir, es importante que se intente generar literatura de la buena.
- Cómo escribir una novela autobiográfica.
- Gigantes como Marcel Proust, García Márquez y Stephen King.
- Diferencia entre autobiografía y novela autobiográfica.
Cómo escribir una novela autobiográfica
El nacimiento
No existe un dogma establecido para comenzar una novela del género que nos ocupa; ya puede relatarse desde el nacimiento del protagonista o aprovechando un disparador que no tenga que ver con la línea de tiempo vital. Cierto es que quizás pueda ser más fácil respecto de la estructura comenzar por el principio y escribir por ejemplo:
”Dicen que aquel jueves dieciséis de abril la ciudad estuvo inundada hasta el tope y que el agua se bamboleaba de un lado hacia el otro del ancho de las calles. Que no podría siquiera imaginar cuántos olores nauseabundos ni qué tipo de materiales flotaban a la deriva. Hay quienes vieron avanzar por el agua cocinas viejas y respaldos de cama de hierro, también potes de conserva abiertos y cerrados entre cacharros de loza barata.
Puede que no hiciera tanto frío en aquel otoño funesto pero aquella crecida de mil novecientos cincuenta y nueve despojó a miles de personas de todo lo que poseían en este mundo. No tuve mejor idea que venir a nacer en ese preciso día pero es que los temporales no respetan velorios ni alumbramientos y bien que se puede llegar a este mundo en medio de una catástrofe”(…)
«Zona Sur, habrá que cruzar el puente», de Gabriela Fernández Rosman.
Aunque muy bien podría uno saltarse los años e iniciar la historia desde cualquier otro momento de la vida del protagonista como por ejemplo, en el caso de esta novela, cuando se muere la madre de la protagonista.
La muerte de la madre
“José la había sentido temblar cuando ocuparon el asiento trasero del taxi. Dijo que le tomó las manos y le pidió un beso. Parece que mi madre estaba como ausente, quizás buscando la forma de no traicionarse y revelar su lucha interna.
-No seamos sentimentales-le había dicho susurrando pero con cierta energía.
Por un momento tuve la debilidad de creer que ella era más fuerte que Dios, más que la muerte, comentó tiempo después mi padre. Contó también que mientras se dirigían hacia el sanatorio el chofer le hablaba y le hablaba -“no sé de qué cosas. ¿De qué me hablaba? Pensé que no tenía derecho a hacerlo, que su conversación y sus observaciones triviales, anodinas, no tenían razón de ser ni justificaban que se perturbara mi obsesión de beber hasta el infinito esos instantes con ella. -Cuida mucho a las niñas- le repitió mi madre- Es lo que interesa. (…)
Zona Sur, habrá que cruzar el puente, de Gabriela Fernández Rosman.
En el cine como en la literatura. Recursos de la novela autobiográfica
Los recursos magníficos del ámbito del lenguaje audiovisual se utilizan también en la literatura. Consisten en intercalar en el desarrollo lineal de la acción algunas secuencias que se refieren a un tiempo pasado como es el caso del flashback o inclusive el flashforward también denominado prolepsis, herramienta narrativa que sirve para avanzar la acción sugiriendo acontecimientos que ocurrirán en el futuro y que alteran la linealidad de la historia y nos vienen como de perlas para estos casos porque amplían las posibilidades del narrador.
Aunque la novela autobiográfica se nutra con creces de la memoria emocional no siempre todo ocurrió tal cual como se relata, aunque no abandone su importancia el concepto de verosimilitud que hace que la historia sea creíble y no un manojo de dislates. Ya lo afirma Gabriel García Márquez en su novela autobiográfica Vivir para contarla (2002) ni bien uno comienza a recorrer sus páginas y se topa con la afirmación categórica de su parte que dice: “La vida no es la que uno vivió, sino la que uno recuerda y cómo la recuerda”. Porque la buena noticia es que estamos situados en el territorio de la ficción y no de la rigurosidad histórica, aunque es esencial que los hechos de esa naturaleza que nutren el contexto de nuestra historia no sean alterados, por ejemplo no podríamos cambiar la fecha de la victoria de los aliados en la Gran Guerra o de cualquier otro dato de época que inerve nuestra novela. De ahí que, aunque vayamos a por el relato de hechos y circunstancias que nos sucedieron, no se puede excluir la necesidad de documentarnos desde el punto de vista histórico de modo de insertar a nuestros personajes en terrenos cuya veracidad no sea echada por la alcantarilla y aquí este campo se cruza con la Historia.
El conocimiento da poder
El hecho de conocer a los personajes es una ventaja grande que hará que el texto sea más genuino para generar empatía en el lector pero no hay que descansar o ponerse a dormir porque conozcamos la historia que deseamos contar ya que” del dicho al hecho…” y lo mismo podemos incurrir en fallos de estructura que generen “un tostón” en vez de una prosa fluida que atrape al lector.
Atrapa a tu lector
Es primordial agudizar nuestros sentidos en el ejercicio de evocación para que hasta los olores que narremos puedan estar en las narices de nuestros lectores, lo mismo con las sensaciones táctiles y visuales. Intentemos que nuestra escritura sea plástica al punto de que las sensaciones transgredan las letras de molde y se suelten hasta habitar el cuerpo del lector.
Gigantes como Marcel Proust, García Márquez y Stephen King
Ellos sí que dieron la campanada antes de las doce, como se suele decir. En el caso de Proust, logra una de las obras cumbres de este género. Siete partes en las cuales deambula desde su mentado tiempo perdido o llamada Por los caminos de Swann (1913) en español, hasta su Tiempo recobrado en una larga y detallista narración en donde cruza los hechos de su vida personal con los ambientes sociales de su época. Resuelve el principio de su obra y dice: -“Mucho tiempo llevo acostándome temprano” un disparador que surge de una necesidad personal por su dificultad de conciliar el sueño pero que nos abre una ventana inmensa para comenzar a trajinar el conflictivo mundo proustiano que roza temas como la homosexualidad o su hipocondría y no solamente los aspectos psicológicos sino de índole sociológica que lo convierten en uno de los mejores narradores de todos los tiempos con un estilo particularmente íntimo e impresionista a la manera de los pintores. Proust nos invitó a bucear en su historia personal y en su época escribiendo una novela “mundo” que sigue siendo ejemplo y libro de culto para quien pretenda excelencia en técnicas narrativas.
Stephen King tampoco se resistió a la tentación del buceo literario instrospectivo. En su obra Mientras escribo (2000) no solamente nos comparte las vivencias de su infancia, adolescencia y juventud sino que nos hace vivir de algún modo, sus avatares y peripecias hasta la publicación de Carrie, su primera novela. A confesión de parte relevo de prueba dice:- “Ha habido momentos de mi vida en que escribir ha sido un pequeño acto de fe, como escupirle a la cara a la desesperación” (…)
Y un sudamericano imposible de obviar en este artículo es el colombiano Gabriel García Márquez, Gabo, que en Vivir para contarla (2002) nos lleva de la mano a recorrer su infancia, su juventud, todo su imaginario mágico que a posteriori concretaría en genialidades tales como Cien años de soledad, El amor en los tiempos del cólera o su Crónica de una muerte anunciada y tan real, tan carnal y tan vigente es el relato de su vida como cuando cuenta “En el periódico en que trabajaba (…) me pagaban tres pesos por nota diaria y cuatro por editorial cuando faltaba alguno de los editorialistas de planta pero apenas me alcanzaba”(…)
Diferencia entre autobiografía y novela autobiográfica
Más allá de similitudes importantes entre la autobiografía y la novela autobiográfica, se impone que nos instalemos en los factores que las diferencia, a saber: si bien en ambas el objetivo es narrar los acontecimientos de una vida, en la primera hay una fidelidad con los hechos que ocurrieron, lo que no ocurre tanto en la novela autobiográfica que consiste en una narración ficcionada basada en los hechos de la vida de la persona. En el caso de la autobiografía, es muy probable que haya sido escrita por la misma persona, lo que no ocurre con la novela autobiográfica que puede tener un narrador externo que interpreta y recrea la vida del protagonista. Por eso es que en la novela autobiográfica el lenguaje es más complejo, centrado en entretener y no en ser un relato fiel de los hechos acaecidos. De ahí que la narrativa de una autobiografía sea más pura y dura en cuanto a que refleja mejor la voz del protagonista. La novela autobiográfica no es una narración lineal sino que salta en el tiempo en función de generar una trama más interesante. No hallaremos en la novela autobiográfica una enumeración de los acontecimientos de una vida sino más bien una síntesis que genere una buena tensión narrativa que nos impida dejar el texto a un lado y nos exija desvelarnos por la noche para su lectura. El desafío está planteado.
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Gabriela Fernández Rosman es una apasionada de la escritura en sus diferentes formatos. Lectora empedernida y admiradora profunda de todo lo que huela a arte.